Se trata más bien de una curiosidad histórica y naturalista que ha desconcertado a muchos durante décadas:
El enigma del Puente Overtoun: El lugar donde los perros saltan al vacío
En un diminuto pueblo del oeste de Escocia llamado Milton, abrazado por las verdes tierras del condado de Dumbarton, existe un misterioso puente de estilo victoriano muy conocido. Desde los años 60, decenas de perros han sido seducidos por una inexplicable y voluntariosa actitud suicida que les llevó a saltar al vacío desde lo más alto del puente.

La estructura del puente impide que los perros vean el precipicio
En 1859, un burgués terrateniente llamado James White adquirió unos terrenos a las afueras del pueblo para construir una pequeña mansión de retiro espiritual. Acaudalado en riquezas e influencias, logró contratar a uno de los mejores arquitectos de la época para el diseño de lo que sería la mejor villa de la comarca. Para acceder a la villa había que salvar el cauce del río Clyde, por lo que un puente de diseño acorde a la mansión y que anticipara su elegancia victoriana era más que necesario. Así nació el ‘Overtoun Bridge’.
El puente es una construcción muy sobria, de tres ojos flanqueados por torreones clásicos. Viene rematado con anchísimos petos ciegos de piedra de más de un metro de altura que impiden vislumbrar el cauce del río a los animales sueltos, pero que también anulan la percepción de altura a los mismos.
¿Instinto o fenómeno paranormal?
Se trata de un suceso bastante extraño que lleva años captando la atención no solo de los científicos, sino también de los amantes de lo paranormal. El origen de los primeros saltos suicidas caninos se remonta a principios de los años 60. Cuando los perros alcanzaban el centro del puente, se enviaron informes de que saltaban al vacío. Sin mediar provocación, los perros tomaban carrerilla y saltaban por encima de las barandas sin detenerse a observar el otro lado. Lamentablemente, muchos morían golpeados por rocas, aunque algunos lograban sobrevivir.
Las cifras de perros «suicidas» oscilan entre 80 y 100 ejemplares en los últimos 50 años. Pero, ¿por qué saltaban? Tras algunos años de investigación se descubrió que la razón podría ser más biológica que espectral: el olor del visón americano.
Este animal tiene unas glándulas en el ano que segregan una sustancia extremadamente olorosa que vuelve locos a los perros y sirve para marcar su territorio. La zona del puente, hábitat de los visones, es un cauce muy cerrado y carente de corrientes, lo que hace que la sustancia se conserve mejor y atraiga sobremanera a los canes que lo cruzan.
Los perros afectados eran siempre de razas con el olfato muy desarrollado, lo que ayudó a confirmar esta teoría. Al no poder ver lo que había tras los altos muros de piedra debido a su baja estatura, los perros saltaban siguiendo el rastro del olor, ignorando que debajo solo había un precipicio de más de 15 metros. Sin embargo, el puente todavía atrae la atención del turismo paranormal debido a la atmósfera inquietante del lugar.
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Es curioso cómo cosas tan extrañas se explican de forma sencilla… igual sin saber eso sí perturba saber que un montón de perros deciden arrojarse por ahí.
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