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Leyendas urbanas de asesinos que te helarán la sangre

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Un megapost llenó de leyendas urbanas conocidas sobre asesinos y su forma de actuar. En algunos casos la mayoría de estas leyendas solo sirven para alertar a la gente de los peligros, en otros, solo sirven para asustar.

No enciendas la luz

¿No te alegras de no haber encendido la luz?

Se apoderó de la habitación en el sótano de su residencia tan pronto como se dio cuenta de que tendría que estudiar toda la noche con el fin de prepararse para el examen final de mañana. A su compañera de habitación, Jenna, le gustaba ir a la cama temprano, así que empacó todo lo que pensaba que iba a necesitar y bajó las escaleras para estudiar.

Eran las dos cuando se dio cuenta de que había dejado uno de los libros de texto de arriba en su cama. Con un suspiro dramático, se levantó y subió las escaleras lentamente a su dormitorio del tercer piso. Las luces eran tenues en el largo pasillo, y las viejas tablas crujían bajo sus pisadas. Llegó a su habitación y giró el picaporte tan suavemente como pudo, empujando la puerta lentamente para no despertar a su compañera de cuarto.

La sala se llenó de un olor extraño, metálico. Ella frunció el ceño un poco, con los brazos rompiendo en escalofríos. Había una extraña sensación de maldad en la sala, como si una mirada malévola se fijara en ella. Eran imaginaciones suyas, seguramente.

Podía oír a Jenna respirar en el lado opuesto de la habitación, un sonido pesado, casi como si hubiera estado corriendo. Jenna tenía que haber cogido un resfriado durante la última semana antes de los finales.

Se deslizó por la pared hasta llegar a la cama, buscando a tientas entre las portadas de los libros de texto. En el silencio, oyó un sonido de goteo constante. Suspiró en silencio, tendrían que venir a arreglar el lavabo del baño … otra vez.

Sus dedos se cerraron en el libro de texto. Lo cogió con suavidad y se retiró de la habitación tan silenciosamente como pudo.

Aliviada de estar fuera de la habitación, ella se apresuró a bajar las escaleras, se dejó caer en una silla cómoda y estudió hasta las seis. Finalmente decidió que ya era suficiente. Si volvía arriba ahora, ella podría conseguir un par de horas de sueño antes de su examen a las nueve en punto.

El primero de los rayos del sol aparecieron a través de las ventanas mientras se deslizaba lentamente por la puerta abierta, esperando no despertar a Jenna. Ella olió ese extraño olor metálico de nuevo antes de fijarse en la escena que tenía delante. Jenna estaba despatarrada en la parte superior de la cama contra la pared del fondo, el cuello cortado de oreja a oreja y su camisón manchado de sangre. Dos gotas de sangre que cayeron de la manta saturada con un ruido de goteo sonaba como un grifo roto.

Gritó, pero no pudo hacer nada más que retorcerse en el lugar. A lo largo del pasillo, las puertas se abrian y todos corrían hacia allí.

En unos momentos a otros estudiantes se habían reunido en su puerta, y uno de sus amigos le agarró el brazo con una mano temblorosa, y señaló con un dedo tembloroso hacia la pared. Sus ojos se abrieron en estado de shock por lo que vio. Luego se desmayó en los brazos de su amigo.

En la pared sobre su cama, escrita con la sangre de su compañera de cuarto, fueron las palabras: «¿No te alegras de no haber encendido la luz?»

Existen versiones diferentes en las que el cadáver está colgando de una bañera o en el que la chica busca otras cosas como un suéter en vez de libros. Esta leyenda se ha contado en las universidades americanas durante mucho tiempo, y es una especie de moraleja de los peligros que aguardan si vives fuera de casa.

No solo los perros lamen

La leyenda del perro y el lametón

Era una niña de 9 años, hija única de padres de gran influencia en la política local; esta niña tenía todo lo que hubiese querido y deseado una niña normal con buena educación, pero con una soledad incomparable. Sus padres solían salir a fiestas de caridad y reuniones del ámbito político, y la dejaban sola.

Todo cambió cuando le compraron un cachorro de raza grande (esto para que cuidase a la niña cuando creciera), pasaron los años y la niña y el perro se volvieron inseparables. Una noche como cualquier otra los padres fueron a despedirse de la niña; el perro, ya acostumbrado a dormir con la niña, se postraba abajo de la cama.

Los padres se fueron y pronto la niña se sumió en un sueño profundo, ya aproximadamente como a las 2:30 de la madrugada, un fuerte ruido la despertó, eran como rasguños leves y luego más fuertes. Entonces, temerosa, bajó la mano para que el perro la lamiese (era como un código entre ella y el perro) y lo hizo, entonces ella se tranquilizó y durmió otra vez. Cuando ella se despertó por la mañana descubrió algo espantoso: En el espejo del tocador había algo escrito con letras rojas, era sangre que decía así: «NO SÓLO LOS PERROS LAMEN». Entonces dio un grito de terror al ver a su perro crucificado en el suelo.

Cuando los padres la encontraron, la niña estaba arrodillada en un rincón de su habitación. Solo decía ¿Quién me lamió?. Nunca volvió a ser la misma, tratando de olvidar lo sucedido.

Parecida a la anterior, pero esta leyenda podría estar basada en algo aún más antiguo, pues en un diario inglés de 1871 habría aparecido una referencia a esta historia, que bien podría ser el origen:

«Se trata de un hombre que fue despertado en mitad de la noche por su mujer.
-John, creo que hay un ladrón bajo la cama, le oigo moverse.
-Solo es el perro querida, bajé la mano y la lamió.
Al dia siguiente todas las joyas y otros objetos habían desaparecido.»

El gancho

La leyenda de Hookman

«The Hook» o hookman una leyenda urbana sobre un adolescente que conducía con su novia a un lugar llamado «sendero del amor» (Tipico lugar donde las parejas estacionan su auto en la cima de un mirador. Después de encender la radio en busca de música acorde a la ocasión, el muchacho abrazó y comenzó a besar a la chica.

Un poco más tarde, la música se detuvo de repente y la voz del locutor d advirtió en un tono de urgencia que un asesino convicto había escapado del manicomio – que resultó estar ubicado no muy lejos del lugar donde ellos estaban – y que cualquiera que vea un hombre extraño al acecho con un gancho en lugar de su mano derecha debia informar inmediatamente a la policía.

La muchacha se asustó y pidió que la llevaran a casa. El muchacho, trabó todas las puertas asegurando a su chica que estarían a salvo y trató de besarla de nuevo. Ella se puso frenética y lo rechazó, insistiendo en que debian salir rapido de alli. De mala gana, el chico arranco bruscamente el coche y lo puso en marcha haciendo rechinar las ruedas.

Cuando llegaron a casa de la muchacha se bajaron del coche ya calmados, y, al cerrar la puerta, ella empezó a gritar descontroladamente. El muchacho corrió a su lado para ver qué pasaba y allí, colgando de la manija de la puerta, habia un gancho cubierto de sangre.

Esta leyenda se puede tomar como un cuento con moraleja sobre sexualidad adolescente, ya que si la chica no hubiera querido marcharse, probablemente estarían muertos. Se convirtió en una de las leyendas más conocidas en EEUU sobre 1950.

El cadáver en el colchón

Cuerpo bajo la cama del hotel

Una pareja se registra en un hotel y tienen que soportar un horrible olor en su cuarto durante toda la noche. Llaman a la recepción para quejarse y alguien deduce que el olor se originaba debajo de la cama.

Ahora, no hay ningún modo de que esta situación tenga un buen fin. En este punto de la historia realmente esperas que la última persona en estar en ese cuarto se haya emborrachado y haya defecado en la cabecera de la cama. Pero no, el personal de limpieza quita el colchón de la cama y descubre que la pareja ha estado durmiendo sobre el cuerpo en descomposición de una niña que ha sido metida en el colchón.

Aunque no lo parezca, esto ha sucedido en varias ocasiones en varias ciudades como Las Vegas, California, etc. Al parecer esconder el cadáver en un colchón de hotel es bastante popular…

La estatua del payaso

Un payaso aterrador

Una niñera debe quedarse a cuidar el bebé de una familia que esa noche tiene una fiesta a la que no puede faltar. Antes de abandonar su casa la mujer detalla los cuidados que requiere su hijo y le facilita un número de contacto por si surge cualquier problema. La chica ya ha trabajado durante semanas con el niño y tiene experiencia con muchos otros bebés. Pero desde luego esta no es su casa favorita, ya que el padre ha ido recopilando una colección de payasos de juguete en sus diversos viajes. Los muñecos le producen escalofríos cuando debe entrar al cuarto del niño para vigilarlo en su cuna.

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La noche se presenta con normalidad hasta que de repente el bebé comienza a llorar en su habitación, por más cuidados y atenciones que le brinda, el niño no deja de llorar. La chica odia quedarse en ese cuarto porque siente como si todos los muñecos con forma de payaso la miraran fijamente mientras trata de consolar al bebé. Para colmo el padre parece que ha comprado un nuevo payaso casi del tamaño de un niño, una pieza terriblemente realista que han sentado en la mecedora que muchas noches la niñera usa para calmar al niñito hasta que se duerme.

La chica tras mas de una hora intentando que el bebé se duerma decide llamar a sus padres para preguntarles si ha dormido la siesta más tiempo del debido y si le dieron el biberón que le correspondía antes de irse a la fiesta. Está desesperada por el incesante llanto de la criatura. La madre le indica que no existe motivo por el cual el niño deba llorar, pero que en todo caso le de un poco mas de leche y trate de dormirle meciéndole mientras descansa sobre la mecedora, así ella también podrá descansar.

La chica le pregunta si puede retirar de la mecedora el payaso nuevo y que donde debe dejarlo, la madre desconcertada le pasa de inmediato el teléfono a su marido. El señor le pregunta como es la figura que le dijo a su esposa. Sin mediar mas palabras y profundamente preocupado le dice a la niñera que coja de inmediato a su hijo y cruce la calle hasta la casa de sus vecinos, una vez allí le debe llamar de nuevo. La niñera asustada cumple las órdenes que le acaban de dar, entra en la habitación del niño, le recoge de la cuna y sin girar la cabeza hacia la mecedora para mirar al payaso se le lleva en brazos escaleras abajo hasta salir a la calle.

Al llegar a la casa de los vecinos llama nuevamente al señor de la casa. Este está realmente asustado y le contesta mientras conduce su coche a toda velocidad hacia su casa. Le explica que él nunca ha comprado un payaso de esas características y que probablemente alguien disfrazado entrara en la casa para robar, al sentir que subía las escaleras se sentara en la mecedora para confundirse entre la oscuridad. La chica totalmente aterrorizada observa por la ventana de la casa de los vecinos como a los pocos minutos el pequeño payaso escapa con una bolsa probablemente llena de objetos de valor. Por suerte, una hora después la policía, gracias a su descripción, detiene a un enano que al parecer trabajaba en un circo ambulante y acostumbraba a entrar en las habitaciones de los niños para robar cualquier objeto de valor que encontrara mientras las familias duermen.

Vale, aquí no hay mucho de asesinatos, pero hay otra versión en la que el payaso se dedica a entrar en casas para «asesinar» a la niñera o al niño. No se conoce muy bien el origen de esto, tal vez sea simple fobia a los payasos (muchos los temen), pero es cierto que existió un famoso asesino que se vestía de payaso, John Wayne Gacy. Simplemente, no creo que tengan nada que ver…

La niñera

La llamada viene de dentro de la casa

Esta es la historia de una niñera y de la horrible experiencia que pasó. Una joven estudiante fue una noche a cuidar a unos niños. Llegó a la casa temprano para prepararles la cena, jugar un rato con ellos y, así, a las 7.30, los metió en la cama. Después volvió a la planta baja y estaba leyendo y viendo la televisión cuando sonó el teléfono. Al contestar, oyó una voz masculina que decía: «A las 10.30 voy a matar a los niños y luego voy a ir a por ti». La chica pensó que se trataba de una broma y, aunque se asustó un poco, no hizo caso, pensando que era alguien que le quería tomar el pelo, y colgó. Más o menos media hora después, el teléfono volvió a sonar. La misma voz masculina dijo: «A las 10.30 voy a entrar ahí y voy a matar a los niños y luego voy a ir a por ti».

A estas alturas, la chica empezaba a estar un poco más asustada, pensando que aquel hombre podía ser, bueno, un loco y podía ir de verdad y hacer algo. Pero decidió que lo mejor era no hacer caso y seguir esperando a ver qué pasaba. Pensó en subir a ver cómo estaban los niños, porque ya hacía un buen rato que no había subido, pero lo pensó mejor porque… bueno, porque no creía que pasara nada. El teléfono sonó por tercera vez, una media hora después. Y la misma voz masculina dijo: «Ya está llegando la hora y voy a ir a por los niños y también a por ti».

Entonces la chica se puso muy nerviosa y decidió llamar a la policía. Y cuando llamó le contó a la telefonista lo que le estaba pasando y ésta le dijo: «Muy bien. Verás lo que vamos a hacer, la próxima vez que llame, entretenle para que podamos localizar la llamada». La chica se quedó esperando; estaba muy nerviosa, pero pensó que era lo mejor que podía hacer. Muy pronto el teléfono sonó otra vez. Y era el hombre. Intentó hablar con él un rato, sacarle algo de información, pero lo único que el hombre decía era: «Voy a ir a las 10.30 y voy a matar a los niños y luego voy a ir a por ti». La chica colgó el teléfono, estaba aterrorizada, pero no podía hacer nada más que sentarse y esperar. El teléfono sonó de nuevo. Ella contestó y era la telefonista, que le dijo: «Sal de la casa inmediatamente; no subas arriba; no hagas nada; solo sal de la casa. Cuando salgas te encontrarás con unos policías que se ocuparán de todo».

La chica se quedó completamente petrificada y pensó que tendría que ir a ver a los niños, pero decidió que si la telefonista le había dicho que saliera debía salir. Total, que salió y cuando se puso a hablar con los policías le contaron que habían localizado la llamada, y provenía de la otra línea del piso de arriba, que todo el tiempo el hombre la había estado llamando desde la misma casa y que ya había asesinado a los dos niños, que los habían encontrado descuartizados en el dormitorio. Si hubiera esperado un poco más la habría cogido a ella también.

Otra leyenda popular estadounidense de los 60, realmente parecida a otras tiene como único objetivo la moraleja de que «cuidar niños es una gran responsabilidad» o asustar a las niñeras o canguros… también.

Mañana traeré más (La carta)

Berlín en ruinas tras la guerra

En 1947, en una Berlín en ruinas, una joven se encuentra con un ciego errante en la calle que le pide llevar una carta a una dirección. Caritativamente, ella acepta y toma el camino de la dirección indicada. Pero al hacerlo ve como el ciego huye corriendo, sin vacilación alguna, y que desaparece girando rápidamente por la primera esquina. La chica no entiende nada… Encontrando este comportamiento sospechoso, la joven va a contar lo sucedido a la policía.

La policía escucha lo sucedido y decide ir a la dirección a la que supuestamente debía entregar la carta, acompañados de la chica. Una vez allí, descubren con horror que en esa vivienda se encuentran dos hombres y a una mujer muertos, además de una gran cantidad de carne (la carne en aquella época era muy valiosa, ya que estaban arruinados). Pero para sorpresa de la policía la carne no era de animal, sino que era… carne humana. Y el texto de la carta que la joven debía entregar decía lo siguiente: «Carne de la mejor calidad para la población. Mañana les traeré más.»

Leyenda basada en cuentos de la segunda guerra mundial, de los que se hablaba de judios que vendía carne humana en el mercado negro, para el consumo o a veces para otros rituales. Sin embargo, no se conoce que esto haya sido verdad…

El hacha en el coche

Una joven vuelve a su coche un día de compras. Había aparcado su coche en el parking del centro comercial.

A medida que se acerca el coche se da cuenta de que hay alguien sentado en el asiento trasero. Cautelosamente comprueba la matrícula para ver si es realmente su coche. El coche es sin duda la de ella, y cuando se acerca ve que es una anciana sentada en el asiento trasero.

Ella le dice a la mujer cómo y por qué se está sentada en su coche. Las anciana dice que había ido de compras con su hijo y su familia, pero se sintió mal y regresó al coche a descansar. Era evidente que había confundido…

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Escrito por
MisteryInternet

Desde 2012 escribiendo este blog, investigando los rincones más oscuros de internet, leyendas urbanas, crímenes y fenómenos paranormales que se esconden fuera de la vista.  Mi objetivo inicial de abrir un blog que desmientiera creepypastas populares fue evolucionando a lo que es la web actual, con más de 30 categorías y más de 800 entradas disponibles. Espero que disfrutes tu lectura.

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que bueno que regresaron siempre me han encantado sus historias!
Me alegra que siga actualizándose después de tantos años, aunque sean pocas noticias. Nunca decepciona. Gracias por seguir
Está genial el nuevo sitio. Enhorabuena