Esta leyenda, muy poco conocida por ser propia de la pequeña ciudad ucraniana de Ovruch, es una de esas leyendas tan jóvenes (surgió a finales de los noventa) que recién acaban de superar el ámbito del rumor urbano.
Cuentan en Ovruch que existe un espectro, un fantasma que algunos han visto penando de madrugada, siempre alrededor de una iglesia, siempre en noches donde la soledad ha impregnado los alrededores del sitio en que se ha aparecido. Dicen que tiene dedos anormalmente largos, que viste de negro y que tiene un rostro que evidencia juventud pese a su monstruoso aspecto: cara aplanada, boca anormalmente alargada y amplia, un ojo más grande que el otro y el cráneo deforme, terminado en una puntuda protuberancia sobre la que cuelga su larga y despeinada cabellera rubia.
Todos los que lo han visto han relatado que caminaba y caminaba alrededor de la iglesia en que se aparecía, que a veces se detenía, se arrodillaba y lanzaba unos gritos escalofriantes pues tenía una voz carrasposa, grave; pero, sobre todo, empañada por una angustia que hacía pensar en los torturados del infierno y matizada por “un algo” indescriptible que denotaba un odio salvaje y abismal.
Lo más curioso es que jamás ha sido visto antes de la una de la madrugada y que siempre, en todas sus apariciones, no ha habido nadie cerca. Es como si no quisiera ser visto, como si evitara dar a conocer su identidad. Además se cree que sólo se manifiesta cuando no hay luna.
El oscuro origen de la leyenda
Nada cierto se sabe sobre cómo empezó todo; no obstante, pocos años después del inicio de las apariciones, una versión sobre su origen terminó siendo aceptada como real. Para entenderla, hay que remontarse a la tragedia de la central nuclear de Chernóbil en 1986.
Tras el desastre, Prípiat se convirtió en una ciudad fantasma. Se dice que una viuda y sus cinco hijos vivieron allí ocultos en la zona de exclusión durante años, hasta que finalmente emigraron a Ovruch a principios de los noventa. Se instalaron en casa de un tío, llevando una vida recluida. Dos detalles llamaban la atención: nunca se veía al menor de los hijos y de vez en cuando se escuchaban gritos de dolor provenientes de la casa.
En una fría madrugada de 1996, los vecinos despertaron con gritos de «¡Los odio!» y detonaciones de escopeta. Un joven envuelto en llamas salió de la casa gritando «¡Estoy ardiendo!» antes de morir en la acera. La policía encontró dentro los cuerpos de la madre, el tío y los otros cuatro hermanos.
Combustión espontánea y mutación
Los análisis forenses revelaron algo inquietante: no había rastros de combustible. Parecía un caso de combustión espontánea ligado a alteraciones genéticas. Se cree que el joven desarrolló mutaciones monstruosas debido a la radiación de Prípiat, mientras que sus hermanos no. El odio acumulado contra su madre por no haber abandonado la zona contaminada y el rechazo de su familia lo llevaron a cometer el crimen.
La síntesis de la leyenda explica que el espectro es ese mismo joven. Su aspecto deforme proviene de las mutaciones y pena cerca de las iglesias buscando el perdón divino por sus actos. Algunos dicen que su atuendo negro representa la oscuridad de su alma en el Purgatorio.
¿Realidad o ficción española?
Al investigar esta historia en fuentes ucranianas o inglesas, no se encuentra rastro de ella. Puesto que circula por páginas españolas desde 2007, es muy probable que su origen sea un creepypasta creado en nuestro idioma. Sin embargo, si alguien encuentra datos de esta leyenda en otra lengua, no dude en contactarme.
Deja un comentario