El caso Brian Wells y su collar explosivo. Un caso real

Brian Wells era un repartidor de pizzas residente en Erie, Pennsylvania, de 46 años. El 28 de agosto de 2003, se dirigía supuestamente a entregar un pedido. Tras varias horas desaparecido, Wells apareció en un banco armado con una escopeta artesanal y con un collar explosivo fijado a su cuello.

La policía rodeó rápidamente el lugar. Wells, sentado en el suelo, aseguraba desesperadamente que un grupo de hombres lo había interceptado, le habían colocado el collar a la fuerza y lo habían obligado a cometer el robo bajo la amenaza de detonar la bomba. Rogaba a los agentes que llamaran a alguien para desactivar el dispositivo. Sin embargo, minutos antes de que llegaran los artificieros, el collar comenzó a pitar y Wells murió tras una explosión que fue presenciada por las cámaras de televisión en directo.

Una trama de traición y muerte

Aunque inicialmente Wells fue visto como una víctima inocente de un macabro juego de «búsqueda del tesoro» (se le habían dado instrucciones escritas con tareas para salvar su vida), la investigación del FBI reveló una realidad mucho más compleja. Wells no era totalmente ajeno al plan.

La mente maestra detrás del atraco era Marjorie Diehl-Armstrong. El plan original consistía en robar 250.000 dólares para pagar a Kenneth Barnes, un asesino a sueldo, para que matara al padre de Marjorie y así ella pudiera cobrar una herencia. Wells había aceptado participar en el robo pensando que el collar sería falso (un señuelo para intimidar), pero sus cómplices lo traicionaron colocándole una bomba real con un temporizador que no le daría tiempo suficiente para completar las «tareas».

Tras salir del banco con apenas 8.000 dólares, Wells se dio cuenta de que la trampa era mortal. Su muerte dejó uno de los casos más bizarros de la historia criminal de Estados Unidos. Finalmente, Marjorie Diehl-Armstrong fue condenada a cadena perpetua tras años de juicios donde se debatió su salud mental, muriendo en prisión en 2017.