John Edward Robinson, el primer asesino de internet

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John Edward Robinson, nacido en 1943 en Cicero, Illinois, se ganó el escalofriante apodo de "el primer asesino en serie de Internet" por sus siniestros crímenes que abarcaron desde la década de 1980 hasta principios de la década de 2000. Robinson explotó el emergente panorama en línea para atraer a víctimas desprevenidas, dejando un rastro de devastación que conmocionó al mundo y expuso los peligros potenciales que acechan en el internet. 

La carrera criminal de Robinson fue multifacética e incluyó malversación de fondos, fraude y, en última instancia, asesinato. Utilizaba salas de chat de esclavitud para atraer víctimas, mostrando el lado oscuro de los avances tecnológicos. Su caso condujo al descubrimiento de múltiples cuerpos en unidades de almacenamiento, desenredando una red de engaños y violencia que había pasado desapercibida durante años. 

La historia de John Edward Robinson es un duro recordatorio de la importancia de la seguridad en Internet. Sus crímenes no solo aterrorizaron a las comunidades, sino que también provocaron debates cruciales sobre los riesgos asociados a las interacciones en Internet. El caso sigue cautivando a los entusiastas de los crímenes reales y ha sido el tema de numerosos documentales que exploran los métodos y las motivaciones de Robinson. 

La transformación de John Edward Robinson, de un estafador de poca monta a un asesino en serie prolífico, duró décadas. Su carrera criminal comenzó con planes financieros y gradualmente fue escalando hacia la violencia y el asesinato. Nacido en 1943 en Cicero, Illinois, John Edward Robinson mostró signos de conducta desviada desde muy joven. De adolescente, cometió pequeños robos y fraudes. A los 20 años, Robinson ya había acumulado condenas por malversación de fondos, falsificación de cheques y robo. En 1969, Robinson se mudó a Kansas City , donde continuó con sus actividades delictivas. Falsificó documentos para conseguir empleo en un consultorio médico y malversó más de 30.000 dólares antes de ser atrapado. Este patrón de fraude y robo se convirtió en el modus operandi de Robinson. El encanto de Robinson y sus dotes de manipulación le permitieron conseguir diversos empleos y puestos de confianza. Incluso sirvió brevemente como jefe de tropa antes de ser destituido por irregularidades financieras. 

Los crímenes de Robinson tomaron un cariz más oscuro en la década de 1980. Fundó una organización benéfica falsa llamada Equi-II, supuestamente para ayudar a madres solteras, pero en lugar de eso la utilizó para atraer a mujeres vulnerables. En 1985, Robinson cometió su primer asesinato conocido: mató a Paula Godfrey, una joven de 19 años a la que había contratado como supuesta empleada. Durante los siguientes 15 años, Robinson asesinaría al menos a 8 mujeres. Sus víctimas eran a menudo mujeres jóvenes y con problemas que buscaban trabajo o una relación romántica. Robinson se ganaba su confianza y luego las mataba para obtener beneficios económicos o satisfacción sexual. Se deshacía de los cadáveres en barriles en su propiedad rural y en un almacén. Este método le permitió ocultar sus crímenes durante años. 


Para el mundo exterior, John Robinson parecía un hombre de familia y un miembro respetado de la comunidad. Estaba casado, tenía cuatro hijos y era miembro activo de su iglesia local. Se presentó como un empresario exitoso y un padre amoroso. Esta fachada le permitió continuar con sus actividades delictivas sin ser detectado durante años. A puerta cerrada, Robinson llevaba una siniestra doble vida. Practicaba BDSM y atraía a mujeres a través de las primeras salas de chat en línea, lo que le valió el apodo de "Slavemaster". La capacidad de Robinson para compartimentar su vida familiar y sus actividades delictivas lo convertía en un depredador particularmente peligroso.

El auge de Internet creó nuevas oportunidades para que los depredadores explotaran a individuos vulnerables. John Edward Robinson adaptó rápidamente sus actividades delictivas a este panorama digital emergente, utilizando salas de chat en línea para atraer a sus víctimas. En la década de 1990, la adopción de Internet y la comunicación en línea experimentaron un rápido crecimiento. Las salas de chat se convirtieron en espacios populares para que la gente se conectara, pero también atrajeron a quienes tenían intenciones siniestras. Los depredadores descubrieron que podían crear fácilmente personajes falsos y buscar víctimas potenciales desde el anonimato de sus computadoras. Robinson reconoció este potencial desde el principio. Comenzó a frecuentar salas de chat orientadas al BDSM y al fetichismo, presentándose como un hombre de negocios rico y un "amo" en busca de parejas sumisas. 


En Internet, Robinson creó la personalidad de un dominante sofisticado. Utilizaba el nombre de usuario "Slavemaster" y afirmaba ofrecer oportunidades de trabajo lucrativas a mujeres jóvenes. Su perfil lo presentaba como una persona adinerada, experimentada y con buenos contactos. Robinson adaptaba su estrategia a cada víctima. A algunas les prometía empleos bien remunerados en el extranjero. A otras les ofrecía la oportunidad de convertirse en su sumisa en una relación BDSM. Su personalidad digital le permitió abarcar una amplia gama de temas. Se comunicó con mujeres de todo Estados Unidos y del mundo. Una de las víctimas, Suzette Trouten, se mudó de Michigan a Kansas después de aceptar las condiciones de Robinson. Desapareció poco después de llegar. Otra mujer, Izabela Lewicka, desapareció de manera similar después de mudarse para estar con Robinson. Los investigadores descubrieron más tarde que Robinson había asesinado a ambas mujeres y que siguió utilizando sus identidades en Internet y enviando correos electrónicos a sus familias para borrar sus huellas. El caso puso de relieve los peligros del engaño en línea y la facilidad con que los depredadores pueden manipular a las víctimas a través de canales digitales. 

Otras víctimas identificadas fueron Lisa Stasi, una madre soltera de 19 años, que desapareció en 1985 después de conocer a Robinson, quien le había prometido un trabajo y asistencia para la vivienda, Catherine Clampitt, de 27 años, desaparecida en 1987 después de responder a un anuncio de trabajo de Robinson, Beverly Bonner, ex bibliotecaria de la prisión de Robinson, desaparecida en 1994. Su familia siguió recibiendo cheques de su cuenta bancaria durante años. Sheila Faith, de 45 años, y su hija Debbie Faith, de 15, desaparecieron en 1994 después de que Robinson prometiera ayudar con el tratamiento de parálisis cerebral de Debbie. Muchos de los restos de estas mujeres fueron encontrados en barriles en las propiedades de Robinson en Kansas y Missouri. 

Las víctimas de Robinson

Entre los crímenes de Robinson, destaca la historia de Heather Tiffany Robinson, hija pequeña de Lisa Stasi, a quien Robinson asesinó en 1985. Después de matar a Lisa, Robinson adoptó ilegalmente a Heather y la entregó a su hermano y a su cuñada. Heather creció sin saber cuál era su verdadera identidad. La verdad no salió a la luz hasta el arresto de Robinson en el año 2000. Las pruebas de ADN confirmaron su relación con Lisa Stasi. Esta revelación destrozó el mundo de Heather y la obligó a enfrentarse a la brutal realidad de sus orígenes. El caso de Heather pone de relieve el profundo impacto de los crímenes de Robinson y demuestra cómo sus acciones afectaron no sólo a sus víctimas directas, sino también a sus familias y seres queridos durante décadas. 

Los crímenes de Robinson salieron a la luz a través de una combinación de denuncias de personas desaparecidas y actividades sospechosas en Internet. La investigación exhaustiva de las fuerzas del orden descubrió un rastro de pruebas que condujeron a descubrimientos horribles. En 1999, el Departamento de Policía de Lenexa, en Kansas, comenzó a investigar a John Edward Robinson tras recibir denuncias de mujeres desaparecidas. Varias víctimas habían sido vistas por última vez con Robinson tras interacciones en línea. Los detectives detectaron un patrón de desaparición de mujeres poco después de contactar con Robinson a través de salas de chat con temática de bondage. Esto hizo surgir señales de alerta sobre su posible participación en las desapariciones. A medida que surgieron más casos de personas desaparecidas, las autoridades intensificaron su atención en las actividades de Robinson tanto en línea como fuera de línea. 

En junio de 2000, la policía obtuvo una orden de allanamiento para las propiedades de Robinson en Kansas. Durante el allanamiento, los investigadores hicieron un descubrimiento escalofriante en barriles en su terreno. Se encontraron dos bidones de 55 galones con sustancias químicas que contenían cuerpos de mujeres en descomposición. Una exploración más exhaustiva de la propiedad de Robinson reveló pruebas más espantosas. Las autoridades buscaron en un estanque cercano y descubrieron tres cuerpos más. Se encontraron restos adicionales en depósitos alquilados por Robinson. La policía arrestó a John Edward Robinson en su casa de Olathe, Kansas. Las fuerzas del orden recopilaron numerosas pruebas físicas y digitales que lo vinculaban con varios asesinatos . 


John Edward Robinson se enfrentó a la justicia por sus atroces crímenes a través de una serie de procedimientos legales. Su juicio y posterior sentencia marcaron un momento crucial en la búsqueda de justicia para sus víctimas. El juicio penal de Robinson comenzó en 2002. Los fiscales presentaron una montaña de pruebas, incluidos testimonios de sobrevivientes y análisis forenses de restos encontrados en su propiedad. El jurado escuchó detalles escalofriantes de su comportamiento depredador en línea y sus brutales asesinatos. Tras semanas de testimonios, Robinson fue declarado culpable de múltiples cargos de homicidio punible con pena capital. Dada la gravedad y brutalidad de sus crímenes, los fiscales solicitaron la pena de muerte. El juez finalmente condenó a Robinson a muerte por sus asesinatos en Kansas. Además de la pena de muerte, Robinson recibió cadena perpetua por otros delitos. 

Actualmente permanece en el corredor de la muerte en Kansas, a la espera de su ejecución. El caso sentó un precedente para el procesamiento de delitos facilitados por Internet y puso de relieve los peligros de los depredadores en línea. El caso de Robinson provocó cambios significativos en los protocolos de seguridad en línea y en las tácticas de aplicación de la ley. Los departamentos de policía de todo el país mejoraron sus unidades de delitos cibernéticos y desarrollaron nuevas estrategias para rastrear a los depredadores en línea. Las personas aparentemente honradas pueden albergar secretos oscuros, a veces.

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