Candy Lady, la asesina de los dulces

A finales del siglo XX, los niños comenzaron a desaparecer en un pequeño condado rural de Texas. La gente le echó la culpa a The Candy Lady, una mujer que supuestamente atraía a los niños a su casa con caramelos, y nunca más se supo de ellos. 

Los niños en el área contaron historias de cómo se despertarían en la mañana para encontrar dulces en los alféizares de sus ventanas. Ante el temor de que sus padres pudieran intentar detener a la persona o cosa dejando los dulces, no se lo dijeron a ningún adulto. 

Después de que un niño recibiera los dulces por un tiempo, comenzarían a encontrar notas en los envoltorios, muchas veces pidiéndoles que vinieran a jugar. Las notas fueron firmadas por "The Candy Lady". 

En el transcurso de aproximadamente una década, un puñado de niños desaparecieron. Cuando algunos niños se hicieron un poco más grandes, empezaron a confesar que habían comido caramelos que habían quedado en los alféizares de sus ventanas por una "Candy Lady". 

Según la historia, otras cosas extrañas ocurrieron alrededor de esta área que asustó a los residentes. Un granjero encontró los dientes podridos de un niño en un envoltorio de caramelo en el borde de uno de sus campos. Un policía comenzó a investigar la desaparición de los niños y unas semanas más tarde encontraron su cadáver en una zanja. Sus ojos fueron apuñalados con un tenedor y sus bolsillos estaban llenos de dulces. Hasta el día de hoy, cada vez que un niño desaparece, todos los lugareños dicen que The Candy Lady los atrapó. Los niños creen que los lleva a alguna parte y les saca los dientes o los apuñala con un tenedor.

Como ya os imaginaréis, esto es una leyenda urbana. Pero tiene una base. ¿En quién se basó exactamente Candy Lady? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero algunos la han identificado como Clara Crane, nacida en Texas en 1871. Se casó con un hombre llamado Leonard y tuvieron una hija, Marcella.

Supuesto retrato de Clara

En 1893, Marcella resultó muerta en un accidente agrícola. Leonard estaba supervisándola, pero había estado bebiendo. Devastada, Clara se sintió retraída y abatida y culpó a su esposo por la trágica muerte de Marcella. Dos años después, Clara asesinó a Leonard con caramelos envenenados. Fue juzgada y condenada por asesinato, pero se encontró que sufría de "locura" y acabó en un asilo de enfermos mentales.

Ahí, Clara hizo una muñeca con sábanas rasgadas a la que hablaría y cantaría por la noche. Algunos han especulado que Clara creía que la muñeca era su hija Marcella. Ciertamente llegó a creer que Marcella todavía estaba viva, como lo demuestra una carta que Clara le escribió a su hermana Aggie:

Querida Aggie, Estoy eufórico! ¡El doctor Matthews me informó que Marcy y yo regresaríamos a casa en menos de tres semanas! Como puedes imaginar, Marcy apenas puede contener su emoción. Cada noche, ella pregunta: "¿Mañana es el día en que nos vamos a casa, madre?" Muy pronto podré decirle "Sí". 

Clara fue dada de alta del asilo en 1899. Esto se debió al hacinamiento. A pesar de que había cometido un asesinato, el hecho de que fuera encantadora y de voz suave la convertía en una buena candidata para ser liberada en aquellos días. Y como en aquella época no había asistencia posterior ni supervisión, nadie sabe realmente dónde terminó Clara. Dado que, literalmente, un par de años más tarde, los niños cerca de la ciudad natal de Clara comenzaron a desaparecer, Clara ha sido nombrada principal sospechosa por ser Candy Lady.

Dicho esto, no estoy seguro al 100% de que Clara Crane fuera real. La mayoría de los sitios web con información sobre ella son sitios web sobre la leyenda de Candy Lady. Y es imposible probar que el artículo del periódico anterior es legítimo.

Hay aún menos pruebas para la historia de los dientes en la envoltura de dulce y el niño muerto en la zanja con tenedores en los ojos. Este chico y Clara Crane podrían fácilmente ser tan ficticios como la propia Candy Lady, por ello es tomada como una leyenda urbana que a menudo, en Texas, se utiliza para asustar a los niños y de que no acepten dulces de desconocidos.