Filiberto Caponi era un joven artesano ceramista, escultor y pintor, de 23 años, de Pretare d’Arquata, en la provincia de Ascoli Piceno, en Italia. La casa de Caponi está en la cumbre del monte Vettore, a pocos kilómetros de Salaria. En 1993 tuvo cinco encuentros con una extraña criatura, de la cual logró sacar un total de seis fotos con una cámara Polaroid 660.
Caponi
El primer encuentro tuvo lugar la tarde del 9 de mayo de 1993. Filiberto vio a un humanoide que parecía tener la piel quemada y estaba envuelto en vendas sanguinolentas. En este encuentro no hubo fotografías, pero Caponi sufrió una extraña afección de la piel.
“Era la tarde del 9 de mayo de 1993. Como de costumbre regresaba de un paseo con mi motocicleta y estaba cerrando el garaje, cerca del campo, cuando escuché un quejido, distinto al que emiten los animales que conocemos. Estaba pensando que era un borracho que venía por el mismo camino haciendo ruido. Entonces, en una de las esquinas de la casa, vi lo que parecía una bolsa blanca, de donde provenía el quejido. Lo primero que pensé fue que se trataba de un gato pequeño que se quejaba por estar atrapado en una bolsa de plástico. Sonriendo, estiré la mano para tocarlo, pero por reflejo me detuve pensando que me podía arañar. Así que me limité a darle una pequeña patadita a la bolsa para ver si podía salir por sí mismo. Me asusté porque la vieja bolsa de plástico saltó, mostrando que tenía una cabeza, brazos y piernas. Se levantó del suelo, y se dirigió a la pared. Todo fue muy rápido, tenía las piernas envueltas y llevaba algo a sus espaldas, parecía una bolsa, pero no era parte de la piel. Sólo le vi la piel de la cabeza y de los brazos, los cuales no usaba y no se movían”.
Caponi se sintió confundido, pero tenía mucho miedo, por lo que decidió abrir nuevamente el garaje y se subió a su motocicleta para pensar el asunto, calmarse y escuchar la radio. Pero al regresar a su casa su madre notó que algo raro sucedía. El muchacho estaba pálido. Ella le preguntó qué le pasaba. Luego de comentar lo sucedido, decidieron regresar en compañía de su padre, para buscar al animal o alguna pista. Sobre la barda por la cual había desaparecido, el padre encontró “gasas médicas cubiertas con sangre”, pero no las llevaron a casa. Las metieron debajo de una vieja lavadora que estaba en el patio, con la intención de llevarlas al día siguiente a Ascoli Piceno para que las analizaran. Por la noche, Caponi volvió a escuchar el lamento, pero no vio nada.
“No había nada, nada. Eso era imposible ya que mi padre también estaba ahí. Mi padre me dijo que subiéramos a mi recámara desde donde podríamos ver mejor. Estuvimos ahí casi una hora, luego mi padre se cansó y se fue a dormir. Justo en ese momento reapareció ‘la cosa’… llamé a mi padre y, por un momento, él pudo verlo también, mientras desaparecía por el arco, en un abrir y cerrar de ojos. Mi padre me miró como diciendo ‘así que no estabas bromeando’… de cualquier forma me dijo que me fuera a acostar, ya que era tarde (las tres de la mañana)”.
Al día siguiente la hermana de Filiberto fue a buscar las gasas, pero habían desaparecido.
Pasaron 15 días sin que nada sucediera. Caponi ya se había olvidado del asunto cuando tuvo otro encuentro.
“Eran aproximadamente las dos de la mañana cuando de nuevo escuché el extraño grito. Me levanté. Tomé la cámara y abrí la puerta. Mientras tanto sentí que algo estaba caminando por el callejón. Vi cuando llegó, desde afuera, no muy rápido, casi caminando. Tomé la primera foto. La foto salió fuera de la cámara, la tomé y me dispuse a sacar otra. Se detuvo cuando lo iluminó el flash, como si hubiese notado la luz, ya que tal vez estaba sordo, ya que hice algo de ruido cuando abrí la puerta y él continuó avanzando en mi dirección. Se paró y se volvió sólo cuando tomé la foto. Pensé que podría correr hacia él, tomar una foto y luego perseguirlo. Ésta era mi oportunidad, y lo hice. Me dirigí hacia eso, avanzando pocos metros, lo fotografié de nuevo, y luego escapé gritando ¡lo fotografié!, sin mirar en dónde estaba, por lo que me estrellé contra la pared. Mi padre se levantó y me preguntó qué pasaba. Las fotos se revelaron delante de los ojos de mis familiares: al principio sólo se veía una sombra oscura, pero después se hicieron visibles la cabeza y los brazos. Expliqué que cuando tomé la segunda foto giró levemente su cabeza hacia mí, sin girar el cuerpo. Mi padre sintió que sus cabellos se le erizaban. Mi madre dijo por Dios, ¿qué es eso? Entonces los tranquilicé y les dije que tenía varias fotos, que deberíamos colocarlas en un lugar seguro en donde nadie las viera. Decidimos colocarlas en una caja de madera para poder estudiarlas con más calma al siguiente día”.
La primera foto no es clara, muestra algo con una cubierta blancuzca. Otra foto muestra a la criatura mucho mejor detallada.
Corrió la voz y días después se publicaron las fotos.
El 8 de agosto en Pretare varias gallinas murieron misteriosamente. A algunas les amputaron las patas y a otras la cabeza, sin signos de derramamiento de sangre ni huellas de mordeduras.
Caponi tuvo otros encuentros con la criatura. El 11 de agosto:
“Eran las cinco de la mañana y frente a la puerta de mi taller de nuevo vi el paquete blanco, moviéndose; al principio pensé que era mi gato, pero luego, mirando con más atención, comprendí que se trataba de esa cosa de nuevo. Estaba sentada y mirando a su alrededor. Entonces me metí a la casa, tomé la Polaroid y miré por la ventana. Estaba ahí afuera. Salí y tomé la foto. Con la luz de la cámara la criatura giró la cabeza, se levantó, inclinó su espalda, se giró y escapó. No me importó porque tenía la foto. Sólo esperaba que no se arruinara como las otras, así que decidí no contar nada, ni a mis padres, y las guardé en mi cajón”.
Luego tuvo otro encuentro el 20 de agosto. Esta vez tuvo la oportunidad de tomar otra foto:
Por último, el 20 de septiembre fue el siguiente avistamiento.
“Me quedé de guardia todas las noches. No podía dormir. Así que a las tres de la mañana lo vi bajo la casa. ¡Ahí está de nuevo!, me dije, y antes de fotografiarlo levanté a mi abuela, que duerme en el cuarto contiguo, pero ella no fue capaz de verlo desde su ventana, aunque estaba justo debajo de ella. Estaba de pie. Entonces bajamos y mi abuela lo pudo ver en todo su esplendor. Tenía miedo porque creía que estaba viendo cierta clase de ser maligno. Comenzó a gritar, mientras yo trataba de calmarla y me aproximaba para fotografiarlo”.
Desde ese día las fotos pasaron por revistas, y hasta el propio Caponi habló por televisión, fue un pequeño "fenómeno" en su área. Eso sí, los avistamientos cesaron.
El magistrado de Ascoli Piceno ordenó confiscar las fotos de Caponi e inició un procedimiento judicial en su contra, acusándolo de “diseminar noticias falsas y exageradas que alteran el orden público”. Su material fotográfico fue confiscado como evidencia en un juicio al que se le sometió.
A pesar de que en su testimonio hubo contradicciones en cuanto al número de fotos que sacó y las que dio a conocer al público, y de que se demostró que Filiberto era un artesano que trabajaba la arcilla de terracota, que luego moldeaba y pintaba, en mayo de 1994 la corte sobreseyó los cargos y le regresó las fotos.
Como suele ocurrir en todos estos casos de avistamientos y extraterrestres, la historia se siente falsa y poco original. El hecho de que Caponi se dedicara a la fabricación de figuras de terracota empeora el asunto. Para él sería muy fácil fabricar dos o tres pequeños modelos de arcilla y luego fotografiarlos. Las vendas con sangre también desaparecieron "misteriosamente"
En Internet se dice que en julio de 1993 se detectó un OVNI en los radares del aeropuerto de Roma y que la Fuerza Aérea Italiana envió dos cazas para interceptarlo. El OVNI fue derribado mediante dos misiles aire-aire. Los fragmentos cayeron en un canal del Monte Vettore, cerca de Pretare d’Arquata, pero el piloto de uno de los cazas vio tres esferas que dejaban el OVNI justo antes de la explosión. Luego, tres días después (23 de julio) Caponi encontró a su extraterrestre. Sin embargo esto no es comprobado y es más una "leyenda" local.
En mi opinión, un fraude creado por el propio Caponi.