Existe un punto en el planeta donde se llevó a cabo el mayor centro de experimentos con armas biológicas en seres humanos. Miles de voluntarios que formaron parte durante casi 20 años de 153 experimentos de alto secreto en Estados Unidos. En su momento, fue una iniciativa del ejército de Estados Unidos que promovió voluntarios durante la Guerra Fría. Tofo esto se llevó a cabo en Fort Detrick (Maryland) y la denominada como Operación Whitecoat.
Extraoficialmente, Fort Detrick es el único centro de experimentación con armas biológicas en seres humanos al aire libre. El gobierno de Estados Unidos sabía de la existencia de extensos experimentos con armas biológicas por parte de los japoneses en la Segunda Guerra Mundial (Proyecto Maruta), y asumía en el contexto en el que se encontraban que los rusos también estaban llevando a cabo pruebas similares.
Debido a que las pruebas con animales les parecieron insuficiente a los científicos, el ejército llegó a la conclusión de que las pruebas sólo podrían tener éxito en seres humanos.
Según los informes, esta operación contribuyó a la consecución de vacunas aprobadas para la fiebre amarilla y la hepatitis,
El hombre detrás de este experimento era el Coronel William Tigertt, médico del Ejército de Estados Unidos, que llegó a reclutar más de 2000 jóvenes (principalmente cristianos sanos que no querían participar en la guerra).
Carta de consentimiento de participación
Este programa de investigación se extendió desde 1954 hasta 1973. Si bien la mayor parte de los experimentos tuvo lugar allí, lo cierto es que los voluntarios comenzaron una primera fase en un enclave del desierto de Utah.
Poco antes de la puesta de sol, los voluntarios (seducidos por la idea de que el servicio que estaban haciendo era un "honor" para su país) eran recogidos en un punto por un camión y conducidos a un lugar remoto del desierto. Allí se lavaban bajo unas duchas al aire libre que había acondicionado el ejército, se ponían ropa limpia y se les daba una manta a cada uno para que se resguardaran en caso de que tuvieran frío. Luego cada uno tomaba sus posiciones designadas y se sentaban en unos asientos sobre la arena en una larga extensión. Ese era el momento en el que una plataforma recluía a los grupos, de alrededor de 30 personas cada vez, quedando un escenario parecido a una jaula gigante donde se procedería al experimento.
Voluntarios del proyecto
Con el sonido de una primera sirena todos debían mirar hacia el mismo punto y respirar de manera constante.
Por lo general la sirena sonaba una segunda vez, y esto significaba que ese grupo de 30 personas volvería a dormir tranquilo. Así, los hombres se cambiaban de nuevo con su ropa original y eran llevados de vuelta a los cuarteles.
Si las condiciones eran favorables no los llevaban de vuelta a la base, en lugar de eso se activaban las bombas que comenzarían a rociar con litros de agentes bacteriológicos sobre el aire de la noche. Liberaban múltiples patógenos diferentes dependiendo del día, uno de los peores era el que produce la fiebre Q, produciendo fiebre alta, náuseas, vómito y diarreas.
En aquel momento uno de cada 30 que contraía la fiebre acababa tremendamente debilitado. El experimento finalizaba cuando los voluntarios avistaban a los hombres con ropa de protección acercarse. Ese era el momento en el que volvían a las duchas para luego situarse sobre una lámpara ultravioleta que destruiría cualquier residuo de microbio. Al acabar volvían a ducharse, las ropas utilizadas por los voluntarios se quemaban, y los miembros de ese grupo eran trasladados a Fort Detrick. Comenzaba la segunda fase.
Tras la primera parte en el desierto de Utah, el gobierno de Estados estaba preparado para poner en funcionamiento la denominada Bola Ocho. Se trataba de una esfera hueca de 13 metros de altura hecha de acero inoxidable que los científicos habían llamado así porque les recordaba a la bola de billar.
La bola Ocho
Los voluntarios entraban en la instalación y debían situarse a un lado de la esfera con unas máscaras que conectaban su respiración a la esfera . En ese momento un técnico hacía uso de un dispositivo por control remoto para liberar una fina capa de bacterias o virus dentro de la esfera. Los hombres respiraban la mezcla durante alrededor de un minuto y luego pasaban inmediatamente a otra sala médica donde se les aislaba y se les mantenía en observación.
Cada habitación estaba equipada con televisión, libros y juegos. Una manera de amenizar el tiempo mientras los participantes esperaban a que llegasen los dolores, fiebres o efectos de las sustancias ingeridas.
Lo cierto es que en el campo de la ciencia y durante muchas décadas ya se habían utilizado como conejillos de indias a personas en experimentos médicos. De hecho los farmacéuticos probaban los fármacos son sujetos voluntarios antes de que éste se comercializaran.
También es cierto que a todos se les informó repetidamente acerca de los riesgos potenciales y de que eran libres de abandonar el programa en cualquier momento que quisieran.
Ninguno de los voluntarios murió durante el período de realización de las pruebas y se estima que unos 500 voluntarios seguían con vida en 2003. Aunque a día de hoy esto no entre en la "legalidad" y la "moralidad".