En la mayoría de las culturas de todo el mundo se entierra a los muertos bajo tierra, indicando el lugar con un monumento funerario o una placa. Sin embargo, algunos grupos étnicos de China, Indonesia y Filipinas cuelgan los ataúdes de sus muertos en las paredes de un acantilado. Uno de estos lugares famosos por sus ataúdes colgantes es el municipio de Sagada en en la provincia de Mountain, en Filipinas. En este lugar se sigue practicando la antigua tradición de colgar los ataúdes en la pared de un acantilado.
Junto a las entradas a las cuevas, las cuales son atracción turística del lugar, también hay ataúdes de madera apilados en el suelo. Encima de varios de ellos hay calaveras y a través de la madera podrida asoman esqueletos.
Las cuevas del lugar son extensas, puedes pasear entre los ataúdes
Los ataúdes colgantes no son tan antiguos, pues la costumbre se mantiene en nuestros días. Los miembros de las tribus Igorot que habitan estas montañas construyen con sus propias manos su ataúd antes de morir y, llegado el momento, sus familias les visten con sus ropas y emblemas para que sus ancestros puedan reconocerles en “la otra vida”. Tras meter el cuerpo en posición fetal dentro de la caja, cuelgan el ataúd de un peñasco con el fin de facilitar la ascensión del difunto al cielo. Para hacerlo todavía más retorcido, hay quien dice que los ataúdes se cuelgan porque según sus creencias los fluidos corporales contienen la “suerte” del difunto, y al rezumar y salir fuera, pueden absorber algo ella.
Otra teoría, más lógica, sostiene que simplemente empezaron a colgarlos para ahorrar espacio de cultivo, protegerlos de los animales y de los corrimientos de tierra.
Quien quiera ver los ataúdes colgantes en las montañas de Sagada necesita tener paciencia. Desde la capital de Filipinas, Manila, el viaje de 420 kilómetros en autobús lleva 12 horas, y desde otros lugares céntricos del país, varias horas de manera similar. Las carreteras de montaña son empinadas, angostas y muchas veces no están asfaltadas.
-Iglesia de San Jorge
Cuando el tejado de la Iglesia de San Jorge en la República Checa colapsó durante un funeral en 1968, los residentes vieron esto como un mal presagio y dejaron de asistir a la iglesia. Por falta de financiación acabó abandonada y nunca se realizó una reconstrucción del tejado ni resto de zonas afectadas.
Probablemente el edificio construido en 1352 hubiese acabado derruido si el artista Jakub Hadrava no hubiera ideado una escalofriante forma de atraer turistas. Jakub modeló varias figuras fantasmales de tamaño humano en yeso y las situó en la iglesia como si de asistentes a una misa se tratase. Las figuras con un aspecto realmente tétrico daban al edificio abandonado un aspecto aún si cabe más inquietante y rápidamente se convirtió en un reclamo turístico que en pocos meses consiguió la financiación necesaria para recostruir el edificio.
Esta iglesia también es conocida por varios nombres, como la iglesia de los Nueve Fantasmas. Por supuesto la iglesia ha recuperado sus actividades religiosas ya que los "fieles" han regresado para asistir a misa cada domingo.
-Mercado de fetiches de Akodessewa, Togo
El mercado de fetiches de Akodessewa, en Lomé, Togo, es el mercado de fetiches más grande del mundo y el refugio de los practicantes del vudú. Cuando hablamos de fetiches, nos referimos a los talismanes que se usan en la medicina vudú. Objetos como cabezas de cocodrilo, manos de chimpancé, cobras y huesos. Muchos huesos.
Esta religión (vudú) que se originó a partir de las creencias que poseían los pueblos que fueron trasladados como esclavos desde el África Occidental, del contacto de estas creencias con la religión cristiana propia de los países a donde fueron trasladados, y es posible que esté influido parcialmente por supervivencias del politeísmo céltico.
Es muy común encontrarse con cabezas de monos
Los objetos se venden como ingredientes que se muelen, se mezclan con hierbas y se cocinan al fuego. El polvo negro resultante se unta sobre un corte hecho en el pecho del paciente, con la esperanza de curarlo de cualquier padecimiento que lo haya traído hasta aquí.
Sólo pensad en ello como una farmacia al aire libre en distintas partes de animales, húesos tanto de animales como de humanos, cabezas disecadas, craneos y demás artículos necesarios para la magia negra y el vudú.
En Bamako, Mali, hay un mercado de hechicería, similar. Y en Kaolack, Senegal, otro sobre fetiches, pero no tan importante como este.
Como curiosidad, algunos libros de viajes tienen este mercado catalogado como turístico (y es cierto porque los turistas han de pagar un derecho de entrada de 5.000cfa y de fotos de 3.000cfa).
- Cementerio Judío, Praga
El cementerio judío se creó en 1439 y, aunque fue creciendo a lo largo de los años, no se extendió todo lo debido y actualmente se puede apreciar todo su carácter intácto.
A día de hoy se pueden ver más de 12.000 lápidas y se estima que puede haber enterradas unas 100.000 personas.De hecho, aun cuando el cementerio fue agrandado en diversas ocasiones en el pasado, su superficie fue insuficiente para la comunidad judía del gueto. Ante la prohibición del desentierro de los cuerpos, las tumbas fueron juntadas y en algunos casos apiladas unas debajo de otras. En el Renacimientom las estelas más elaboradas llevan el nombre del difunto o símbolos que muestran sus profesiones. Las tumbas barrocas más recientes están decoradas con largas inscripciones resaltando las virtudes del muerto.
Este Viejo Cementerio Judío fue establecido a mitad del s.XV en Josefov (Josefstadt), más conocido como el Barrio Judío. La referencia más clara de su antigüedad se encuentra precisamente en una de sus tumbas, la del poeta Avigdor Karo, fallecido en 1439.
También fue protagonista involuntario de todo un movimiento conspiratorio que aún sobrevive en nuestros días. Según el panfleto antisemita “Los protocolos de los sabios de Sion“, publicada en 1902 en Rusia por la policía secreta del zar Nicolás II, en el Cementerio de Praga se habrían producido los encuentros de los “Ancianos de Sion”, quienes supuestamente planeaban la dominación del mundo. La obra pretendía ser la transcripción del acta de una de aquellas reuniones y con ella se quiso justificar la persecución de los judíos (culpándoles de los males de la guerra y la revolución), pero jamás se dio ni una sola prueba de la existencia de aquella “organización”. De hecho, lo que sí probó en 1921 el diario “Times” fue que “Los protocolos de Sion” eran en realidad un descarado plagio de dos novelas de ficción: “Diálogo en los infiernos entre Maquiavelo y Montesquieu”, de Maurice Joly, y “Biarritz”, de Hermann Goedsche, escritor antisemita que había titulado uno de los episodios de su obra “El cementerio judío de Praga y el consejo de representantes de las doce tribus de Israel”. Pese a las contundentes pruebas presentadas, la obra aún gozó de gran popularidad entre buena parte de la población europea y el propio Hitler fue decisivamente influenciado por ella. Incluso Henry Ford, en Estados Unidos, financió varias ediciones de los “Protocolos” y dedicó grandes esfuerzos a sus propagación. Hoy en día aún pervive como un relato veraz entre algunos grupos de ultraderecha, nazis, supremacistas blancos e incluso entre ciertos sectores del mundo islámico.
El cementerio no tiene perdida, pues es la principal atracción turística de Josefov, junto a las sinagogas. También hay que pagar una entrada para disfrutar el lugar, incluso guiado. A pesar del imponente aspecto (sobretodo de noche), dicen que no es tan terrible.